La Cueva del Candil.

Esta historia es un poco especial y ocurre en una cueva que probablemente no todos conozcan.

En el camino que iba de Lugros al Molino Apolo (y digo iba, porque este molino ya ha desaparecido), pasado ya el recodo en que se deja de ver el pueblo y comienza a divisarse a lo lejos el molino. En el laero que hay entre el camino y el río, más cerca del primero que del segundo. Entre las rocas de esa ladera se encuentra la entrada a esta particular cueva que no es demasiado profunda y que a lo largo del tiempo ha tenido diferentes usos: refugio, redil para ganado, lugar para guardar herramientas, …

El caso es que de esta cueva se contaba lo siguiente: Si se entraba en ella durante la noche de un día especial de verano, en un año bisiesto y con luna llena, ocurriría algo extraordinario: "Se revelaba la entrada a una estancia mágica y secreta llena de tesoros". ¿Pero, cómo entrar en esa sala? Para poder hacerlo y sólo en esa noche tan especial, era necesario llevar tres cosas imprescindibles: Un candil, unas alforjas, una alcuza con un litro de aceite y hacer lo siguiente:

  1. Hay que entrar en la cueva cuando está poniéndose el sol. Es necesario hacer algo muy importante "limpiar o barrer el suelo de la cueva".

  2. Sentarse después en la pared sur de la cueva y esperar la salida de la luna.

  3. Cuando la luz de la luna comienza a entrar en la cueva hay que observar su recorrido hasta que ésta hace aparecer en el suelo un punto diferente por su forma y brillo (parecerá que brilla con luz propia).

  4. Encender entonces el candil y colocarlo sobre ese punto haciendo coincidir la base de éste con la orientación y forma del punto de luz.

  5. Retroceder a la parte oscura de la cueva y desde allí observar la pared iluminada por el candil. En ella aparecerá destacada también por su brillo la forma de otro candil. Será el momento de utilizar la alcuza.

  6. En la forma de candil dibujada en la pared buscar un pequeño agujero y verter en él la mitad del aceite.

  7. Empujar con la mano la parte que representa el asa y al hacerlo se abrirá una puerta que da acceso a la estancia llena de tesoros.

Puedes entrar en esta sala y llevarte de ella lo que quieras pero siempre que cumplas las normas siguientes:

Primera: Sólo podrás coger lo que quepa en las alforjas. Nada puede sobresalir y nada puede caerse de ellas. Si algo de eso ocurre al llegar a la puerta ésta se cerrará y quedarás atrapado para siempre.

Segunda: Sólo puedes estar dentro el tiempo que la luna ilumine la cueva. Si cuando quieres salir la luna ya no la ilumina también quedarás encerrado.

Tercera: Al salir de ella verter el aceite que queda en la alcuza en el punto que señala el candil y esperar que la puerta se cierre.

Cuarta: Antes de abandonar la cueva hay que esperar a que la luna deje de iluminar, tanto el interior como el exterior. Si no se hace así, todo lo que hay en las alforjas se convertirá en piedras.

Quien cumpla todas estas condiciones podrá disfrutar de esas riquezas durante toda su vida sin limitación. Claro está que primero, ha de saberse el día y el año bisiesto exacto que se ha de entrar, porque de lo contrario no ocurrirá nada.


Trigo por Oro.

Otra de las historias que recuerdo hace referencia a un molino ya desaparecido hace muchos años. Se trata del molino “El Tío Bueno” ( entend...