El Herrerillo.

En la historia de nuestro pueblo se cuenta que Lugros era conocido como un lugar de buenos herreros, allí se trabajaba el hierro de forma artesanal y a conciencia.

Una prueba de ello son los muchos lugares que aún hoy conservan nombres de construcciones en las que se trabajaba el hierro. Así por ejemplo encontramos: La herrería, El Barranco Fraguas, La loma el Moquillo, El Almirecero (martinete), ... 

También hay algún relato que lo corrobora: como el que cuenta que uno de aquellos herreros hacía unas forjas tan bonitas y ornadas que era conocido en toda la comarca, e incluso en otras vecinas. Tanto era así que sus hierros y buenos oficios eran solicitados en todas partes. Hasta tal punto creció su fama que un día llegó un emisario del mismísimo rey de Granada reclamando su presencia en palacio.

Al Herrerillo que era como todo el mundo lo conocía no le hacía ninguna gracia tener que marcharse del pueblo ni siquiera para ir al palacio del rey, pero como podéis imaginar en aquellos tiempos nadie podía oponerse a la voluntad del rey y menos un simple herrero, así que muy a su pesar tuvo que ir a Granada.

Allí el rey le encargó forjar las rejas para las ventanas de las habitaciones que guardaban el harén. Las rejas además de ser robustas tenían que ser hermosas y he aquí que el herrero las hizo tan fuertes y hermosas como las montañas de su pueblo y las de Sierra Nevada que cada día veía desde su taller.

Cuando el rey vio las rejas en las ventanas quedó tan satisfecho que recompensó generosamente el trabajo del herrero y aún más, le dijo que si quería algún capricho aquel era el momento de pedirlo y el herrerillo sin dudarlo un segundo deseó que le diese por esposa a Zaida, (una de las esclavas de palacio, de la que se había enamorado durante su estancia en Granada). El rey, al que no le gustaba nada desprenderse de sus esclavas cumplió su palabra y se la dio por esposa, pero con la prohibición a ambos de volver al reino de Granada mientras él viviese. 
El herrero no lo pensó ni por un momento, aceptó lo que le proponía el rey y decidió que recorrería otros reinos con su amada. Viajó por muchos lugares, pueblos, ciudades y de tanto en tanto trabajaba haciendo forjas y hermosos trabajos en hierro. Y como había hecho siempre, firmaba sus obras colocando en una de las esquinas inferiores un adorno que según decía era importante para él.

Cuando supo que el rey había muerto volvió con su familia al pueblo, a su casa y a su fragua, que ya nunca abandonó y aunque decían que tenía muchas riquezas nunca hizo alarde de ellas.

Trigo por Oro.

Otra de las historias que recuerdo hace referencia a un molino ya desaparecido hace muchos años. Se trata del molino “El Tío Bueno” ( entend...