El Peñón de la Vieja

Este peñón se encuentra poco más o menos a mitad de camino entre Lugros y La Herrería, en la ladera izquierda y a unos 30 metros sobre la carretera. De este peñón llaman la atención cuatro cosas: tamaño, color, forma y nombre. Hay varios relatos que hablan sobre él y a continuación transcribo uno en el que se pretende explicar ¿el por qué? de ese nombre tan particular.

La protagonista de la historia es una anciana bastante curiosa que como el resto de habitantes del pueblo sabía que en La Herrería había un duende, (El Martinico), pero precisamente por ser tan curiosa también conocía algo que probablemente la gran mayoría de habitantes ignoraba. Su secreto era que por ese lugar también pasaban otros duendes muy diferentes al martinico De ellos sabía que la mayor parte de su tiempo la dedicaban a buscar y extraer metales y piedras preciosas en la sierra.

De tanto en tanto estos duendes bajaban hasta La Herrería (siempre por la noche y vigilando para no ser vistos) cargados con sus minerales para fundirlos en el Martinete, (Almirecero para muchos), una parte aledaña a la fragua, en la que se trabajaba el bronce y hacían trabajos más delicados. (Aún pueden verse algunas de las paredes del horno).

Muchas noches la anciana iba hasta ese puntal, se sentaba o tumbaba en el suelo y desde allí esperaba pacientemente a que apareciesen aquellos seres fantásticos, que pusiesen en marcha el horno y que fundieran el metal. Se había propuesto averiguar: ¿Si era cierto que traían oro y piedras preciosas a la fundición?, ¿Cómo lo transportaban?, ¿Dónde lo escondían?. Pues tenía la intención de quedarse con todo lo que pudiese encontrar y para ello, era fundamental saber que hacían los duendes en aquel lugar.

Pasaron años sin que consiguiese descubrir nada, pero no se desanimó por ello, y por fin, una noche de luna llena aparecieron los duendes con animales cargados e incluso ellos mismos también llevaban a la espalda una especie de talega o saco que descargaban en el Martinete.

La anciana no podía creer lo que estaba ocurriendo, por fin se cumplía su deseo. Podría descubrir y ver lo que llevaba esperando tanto tiempo. Pero la suerte no estaba de su parte, tal vez por la emoción, los nervios o la ansiedad que este acontecimiento le producía, no fue suficientemente cautelosa, se puso en pie, hizo ruido y los duendes también la vieron a ella.

Uno de aquellos seres mágicos se desplazó hasta el lugar donde estaba arrodillada la anciana y la sorprendió bruscamente. “¿Qué haces aquí?”, “¿Qué buscas?”, “¿Nos estás espiando?” A la señora sólo se le ocurrió responder que estaba buscando piedras. El duende, ante una respuesta tan burda y viendo que quería tomarlo por un tonto, se enfadó mucho y le dijo: “Buscas piedras, pues por siempre las buscarás y una gran piedra serás” y tocándola con una especie de raíz que llevaba en la mano, la mujer quedó petrificada y se transformó en el peñón que podemos ver en ese puntal.

Aún hoy, son muchos los que afirman que si se mira al peñón desde un punto concreto, su forma recuerda al de una anciana con un pañuelo en la cabeza que arrodillada mira en dirección al Martinete.

Trigo por Oro.

Otra de las historias que recuerdo hace referencia a un molino ya desaparecido hace muchos años. Se trata del molino “El Tío Bueno” ( entend...