La Laguna de Vacares, es una de las más nombradas, conocidas y profundas que encontramos en Sierra Nevada. Se encuentra a 2900 metros de altitud y está ubicada entre los puntales de Vacares y El Cuervo.
La Laguna Vacares (leyenda 1)
Cuenta la leyenda que en la Laguna Vacares habita una
ondina (En la mitología
griega se llamaban ondinas a las ninfas acuáticas de espectacular
belleza que habitaban en los lagos, ríos, estanques o fuentes) que durante la noche, se aparece a
los viajeros que allí se encuentran adoptando la figura de un pájaro. Una vez
en su presencia se transforma en una bellísima mujer, que mediante engaños y
palabras de amor los arrastra hacia el borde de la laguna sepultándolos bajo
sus aguas, donde los devora.
Dicen que la mujer-pájaro amó una vez a uno de estos
viajeros y que por ese amor, en lugar de matarlo, lo subió sobre sus alas
transportándolo a su gruta, donde lo convirtió en su compañero y su amante.
Pero pasado un tiempo, el joven descubrió los cadáveres de aquellos otros
viajeros que habían sido devorados por la ondina y presa del terror, urdió un
engaño para lograr escapar así del poder de la Ondina.
Desde entonces, la criatura no ha vuelto a perdonar a
nadie y aún hoy, los viajeros siguen evitando que la noche los sorprenda en las
cercanías de la laguna, pues se sigue diciendo que todo aquel que la vé está
irremediablemente condenado.
La Laguna Vacares (leyenda 2)
Cuenta la leyenda que en el lugar en que hoy se encuentra
la Laguna Vacares, en un tiempo muy
lejano hubo un hermoso jardín, al que todos los años acudía una bella princesa
a reunirse con su amante.
Había sin embargo un príncipe moro, que también la amaba
sin ser correspondido y un día, cansado ya de recibir negativas y cegado por
los celos, decidió vengarse asesinando a su rival. Así pues, una noche que los
amantes se hallaban reunidos, consumó su venganza cortándole la cabeza al
joven, que acto seguido, se convirtió en una piedra negra que aún hoy puede
verse sobre uno de los márgenes de la laguna.
Al ver lo ocurrido, la princesa subió a una peña y
comenzó a llorar. Tantas y tantas fueron sus lágrimas que cubrió todo el jardín
y finalmente llegó a anegarlo por completo, tras lo cual también se convirtió
en roca.
Dicen también, que en algunas ocasiones se escuchan sonidos
pavorosos que provienen del fondo de la laguna y que son proferidos por aquel
moro que aún grita de celos.
La Laguna Vacares (leyenda 3)
Sucedió hace ya mucho tiempo que un pastor que buscaba
unas ovejas perdidas, un anochecer llegó hasta las mismas orillas de la laguna.
Mientras observaba sus aguas tranquilas le pareció oír fuertes voces
provenientes de la orilla opuesta. Muerto de miedo por todo lo que de sobrenatural
había escuchado acerca de aquel lugar, se alejó rápidamente de la orilla refugiándose
tras unas rocas no muy lejanas y desde allí, pudo observar lo que pasaba.
Dos hombres muy altos y ricamente ataviados, uno de los
cuales sostenía en sus manos un libro del que parecía brotar un vivo resplandor
y el otro portando una gran red dorada, estaban de pie a la misma orilla del
agua. El que sostenía el libro leyó con voz tronante un largo párrafo, en una
lengua incomprensible, terminada la lectura, dijo a su compañero: "Ya puedes lanzar la red". La
red se hundió en al agua y al momento se pudo apreciar que ya estaba bien cargada. Los dos hombres
unieron sus fuerzas para sacarla a la orilla.
Para asombro del pastor, la red contenía un brioso
caballo negro. Pero aún ocurrió algo que lo sorprendió mucho más: El hombre que
tenía el libro dijo: "No, este no
es. Echemos de nuevo la red". La red volvió al agua y como la vez
anterior enseguida se notó que estaba llena. Fuera ya del agua, los hombres
vieron un caballo variegado, con mejor estampa que el anterior pero que tampoco
pareció satisfacerles, así que volvieron a echar la red al agua. Y en esta
ocasión, un hermoso caballo blanco de finas patas y espesas crines, se mostró
ante sus ojos. "Este es el caballo
que buscamos", dijo el hombre que había rechazado a los anteriores. "Ahora podemos seguir nuestro
viaje".
Los dos hombres, susurraron por turno unas palabras al
oído del caballo, que asentía con la cabeza y subieron sobre el blanco animal
surgido de las aguas. Durante unos momentos, el caballo caracoleó alegremente y
después de un breve trotecillo, se elevó en el aire como si no soportara ningún
peso, describió un gran círculo sobre la laguna y en menos tiempo del que se
tarda en contarlo desapareció en el cielo.
Muchos valientes subieron a la montaña y muchos tiraron
grandes redes al agua, queriendo comprobar y ver lo que el pastor había visto
aquel anochecer, pero nadie jamás volvió a ver a los dos extraños hombres, ni
nadie logró enganchar en sus redes ningún caballo volador.