Otra de las historias que recuerdo hace referencia a un molino ya desaparecido hace muchos años. Se trata del molino “El Tío Bueno” (entendiendo lo de bueno por bondad).
La leyenda relata un
hecho que ocurre en la mágica noche de San Juan y que proporciona la
posibilidad de cambiar la fortuna personal al poder conseguir un pequeño, o un
gran tesoro. Todo dependerá del valor o de la temeridad de quien lo intente.
Según cuenta la leyenda, en la
noche de San Juan, en una de las paredes exteriores del molino, más concretamente
en alguna de aquellas cercanas u orientadas al “Bañuelo”, tenía lugar un hecho
fantástico. Exactamente a medianoche, aparecía una puerta mágica que sólo permanecía
abierta el tiempo exacto que las piedras del molino (muelas) empleaban en dar tres
vueltas completas.
La puerta en la pared daba acceso a un
lugar mágico en el que se podía cambiar trigo por oro. Y todo aquel que fuese
conocedor de tan fantástico fenómeno si quería tentar la suerte, tenía que hacer
lo siguiente:
1) Aprovisionarse
de una talega llena con media fanega de trigo (unos 37kg).
2) Entrar
por aquella puerta en el momento justo en que esta se abría.
3) Recorrer
un pasillo hasta llegar a una sala donde había poca luz y allí:
a) Vaciar
el trigo que llevaba en la talega en el troj de la izquierda.
b) Rellenarla
después con algo que parecía salvado y tierra en el troj que había a la derecha
(llenar
o poner en ella la cantidad que quisiese).
4) Deshacer el camino por el que había
entrado antes de que las muelas (piedras)
finalizasen la tercera vuelta.
5) Alejarse del molino corriendo, hasta llegar al cerrillo San Gregorio sin poder mirar atrás ni tampoco el contenido del saco.
6) Cuando se llegaba a este cerrillo, sentarse y mirar
en la talega para comprobar que su contenido se ha convertido en oro.
De
no hacerlo así ocurrirían otras cosas:
· Si aquel que entraba se entretenía demasiado y al intentar salir, las piedras ya habían girado tres veces, le sería imposible hacerlo porque la puerta había desaparecido y para lograrlo tendría que esperar hasta el próximo San Juan (todo un año). Si es que entonces encontraba la puerta.
· Si conseguía salir, pero dejaba de correr o
la curiosidad hacía que mirase en la talega antes de llegar al cerrillo San
Gregorio, la decepción también sería grande, porque en la talega sólo encontraría arena.