La Piedra de los Soldados.

En las décadas 40-70 la sierra estaba muy concurrida: Cortijeros, vaqueros, pastores, arrieros, manojeros, carboneros, el guarda,... algunos vivían allí todo el año, otros, solo durante el verano, pero la gran mayoría, iban y venían cada día desde el pueblo y algunos una o dos veces por semana.

Uno de aquellos veranos a un pastor que tenía sus animales en el Camarate y la majada cerca de la “Piedra de los Soldados” le ocurrió algo que le dio para pensar durante mucho tiempo.

Una tarde, cuando estaba a punto de encerrar el ganado en la majada, se sorprendió al ver que un desconocido cargado con diferentes herramientas venía hacia donde él estaba. Los perros acudieron rápidamente ladrando, pero él los llamó a su lado en espera de acontecimientos. Cuando aquel hombre estuvo a su altura, saludó cortésmente y después de una breve conversación, preguntó al pastor si podría venderle algún queso de los que hacía a diario y que probablemente guardaba en su choza.

Al comprobar que aquel hombre no tenía malas intenciones, el pastor se tranquilizó y le invitó a sentarse en una sombra cercana donde comieron y compartieron una bota de vino. Allí sentados hablaron un buen rato, el pastor preguntaba sobre las últimas noticias y el forastero sobre la montaña. El pastor llevado por la curiosidad preguntó el motivo que le traía hasta aquel lugar tan alejado de la ciudad en la que probablemente vivía, puesto que su aspecto no era de de arriero, campesino o de cualquiera que subía a la sierra aquellos días.

Al principio le respondió que no podía decirle nada porque se trataba de un secreto, pero después de beber un poco más de vino lo pensó detenidamente y le dijo que sí, que se lo contaría, puesto que hasta ese momento, llevaba una semana más o menos escondido dando vueltas por la sierra sin tener éxito en su búsqueda, entre otras cosas porque desconocía el terreno y tampoco se orientaba demasiado bien. Y, en ese momento lo tuvo claro: "Si quería tener éxito en su misión" necesitaba la ayuda de alguien, un socio, que conociese el terreno como la palma de su mano y que le ayudase a encontrar aquello que buscaba, e incluso, si en esta ocasión no lo conseguían, que pudiese investigar y buscar por su cuenta en años venideros.

Al pastor le pareció bien el ofrecimiento de aquel hombre y le dijo que contase con su ayuda, que lo haría de muy buen grado. Entonces comenzó a relatarle lo que le había traído hasta la sierra. Comenzó diciéndole que: después de investigar mucho en bibliotecas, libros de historia, museos,... tengo información muy fiable de que en época del imperio romano y posteriormente los musulmanes se explotaba una rica mina de plata en un lugar no muy lejano a la Piedra de los soldados (entonces tenía un nombre diferente). En ambos casos cuando por diferentes motivos tuvieron que abandonar estas tierras, taparon la entrada y disimularon su ubicación para que nadie pudiese sacar una plata que consideraban suya.

El pastor pensó que todo era una broma y que aquel hombre le tomaba el pelo o  que hablaba bajo los efectos del vino, pero para su sorpresa en el momento de pagar el queso que había comprado le dijo: “Tome también esta moneda de plata que fue acuñada hace mucho tiempo en estas montañas y recuerde que cuando yo me haya ido, si algún vez encuentra más como ésta, o la entrada a la mina, espero que como socios que somos me avise para compartir la buena fortuna”.

Después de otra semana de búsqueda infructuosa aquel señor se marchó bastante desilusionado. Pero el pastor dedicó muchas horas a examinar detenidamente la moneda y la zona de la sierra por la que pasaba cada día.

Aquel y algún otro verano, cuando el pastor dispuso de tiempo sobrante lo dedicó a observar detenidamente los alrededores de aquel peñón, buscando el menor indicio de la entrada a aquella fabulosa mina de plata que tan perfectamente habían ocultado sus antiguos dueños.

Desafortunadamente nunca encontró nada que le hiciese pensar que era la entrada o un acceso a aquella mina, solo le quedaba la moneda que el buscador de tesoros le diera como prueba de que lo que le explicaba era verdad, y sí, en la cruz de la moneda y en relieve aparecía la sierra con el Picón y TajosNegros de fondo.

Trigo por Oro.

Otra de las historias que recuerdo hace referencia a un molino ya desaparecido hace muchos años. Se trata del molino “El Tío Bueno” ( entend...