La Balsa La Mina.

En el cortijo del Marchalejo hay una balsa a la que llaman: “Balsa la Mina”, pero: ¿Por qué ese nombre para una balsa? La respuesta es simple y se encuentra en la siguiente historia.

En el cortijo trabajaba y vivía un aparcero al que no le agradaban demasiado las labores del campo, siempre estaba quejándose: "en estas tierras no hay suficiente agua para regar", "no merece la pena trabajar y trabajar para obtener tan pocos beneficios". Pero como tantas veces se había dicho a sí mismo, el mayor de todos los problemas era que no sabía hacer otra cosa que trabajar la tierra y por ese motivo tenía que aguantarse con ser un pobre labrador. Pero eso sí, siempre que podía se escabullía, se iba a la balsa a tumbarse un buen rato bajo la sombra de un gran árbol que hay allí.

Y plácidamente tumbado a la sombra, se dormía y soñaba que alguien le sacaba de su condición y de su pobreza, incluso despierto seguía imaginando cómo sería su vida si se hicieran realidad sus sueños. Llevaba muchos años ya esperando inútilmente el milagro y cuando estaba a punto de resignarse a su suerte, por razones que nadie se explica ocurrió algo sorprendente.

Una tarde de primavera en la que como de costumbre el campesino dormitaba a la sombra de aquel árbol tan querido para él, observó con curiosidad que una lucecita muy brillante revoloteaba alegremente entre las ramas del árbol al que comenzaban a salir las primeras flores. Sintió curiosidad por saber que era, y con mucho cuidado preparó su sombrero a modo de atrapa-mariposas para capturarla cuando se acercase lo suficiente. Tuvo mucha suerte y atrapó aquella extraña luz  en el primer intento. Después, con mucho cuidado y muy poco a poco comenzó a levantar el ala del sombrero, pero mientras lo hacía oyó un  extraño ruido que lo indujo a dejar el sombrero como estaba.

Después de reflexionar un rato decidió que tenía que abrir un poquito más el ala del sombrero para comprobar que lo que había oído antes era algo real y no imaginaciones suyas. Al acercarse de nuevo al sombrero para levantar el ala y comprobar qué había atrapado, escuchó una dulce vocecita que le decía: "libérame por favor, libérame y te concederé un deseo”. Soy un hada del bosque y si estoy encerrada en la oscuridad mucho tiempo “me moriré”. Al oír lo que decía el hada el cortijero pensó que este era el final de sus problemas y sin pensárselo dos veces respondió:

-“Quiero una mina inagotable” y el hada contestó:

-“Cierra los ojos, levanta el sombrero y que se cumpla tu deseo”.

El cortijero levantó el sombrero abrió los ojos y muy sorprendido vio que unos metros más abajo de donde ellos se encontraban de debajo de una roca comenzaba a salir agua sin cesar.

El hombre sin entender qué ocurría se giró hacia el hada para preguntarle, pero ésta, sin darle tiempo para que lo hiciese le dijo:

-“Tú sólo pediste una mina inagotable, y yo te he dado una mina, pero de agua, que es lo más necesario para estas tierras sedientas.

-Pediste que la mina fuera inagotable y ésta lo es, ya que nace de un ojo de mar y este no se acabará nunca, ni tan siquiera en los años de mayor sequía. Así que yo he cumplido mi compromiso contigo y sin más, desapareció para siempre.

El cortijero lamentó el resto de sus días no haber sido más listo a la hora de pedir su deseo, pues con lo que le concedió el hada, en lugar de quitarle trabajo ahora tenía mucho más, tuvo que construir una balsa “LA BALSA LA MINA” y con el agua de ésta, ya sin excusas regar y sembrar todas las tierras del cortijo.



Trigo por Oro.

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